viernes, 2 de septiembre de 2011

Hércules déspota



"Todo por el pueblo, pero sin el pueblo." Es el lema del movimiento por el que los reyes absolutistas del siglo XVIII intentaban mantener contento al pueblo, evitando perder su poder absoluto. Algo parecido pasa hoy en día, cuando los político se toman poderes que no le corresponden para mantener contento, no ya al pueblo, sino a los mercados financieros, esos monstruos a los que ninguno conocemos, pero todos sabemos lo peligrosos que pueden llegar a ser si no haces justo lo que quieren. Y a los mercados, como a todo buen monstruo, no le importa el bienestar de los ciudadanos, sólo le importa el dinero.
Todo esto no debería suponer un problema, porque se supone que los políticos - que en teoría nos representan - mantendrían a este amenazante monstruo a raya. Sin embargo, aparece un gran problema cuando nuestros Hércules dejan de preocuparse por quienes se tiene que preocupar y se alían con los leones que nos amenazan.
Constitución de los mercados.
Justo esto es lo que ocurre con la reforma constitucional que de un día para otro han acordado los dos principales partidos políticos, el grupo #PPSOE. Esta reforma pretende limitar el déficit del estado, es decir, pretende impedir que el estado no tenga deuda por encima del 0,45% del PIB. Se ha creado mucha polémica en torno a esa cifra. Unos creen que es correcta, otros prefieren un 0,6%. Pero no es ese el tema que quiero tratar. Lo que me parece un problema realmente serio es que nuestros Hércules se tomen el poder que nos corresponde a los ciudadanos y se hagan sus propias reformas de la Ley más importante de nuestro país.
Por otra parte, puestos a reformar la constitución reformemos todo lo que nos parezca oportuno al pueblo, que somos los que -en teoría- tenemos que decidirlo. Me refiero a temas como la monarquía, o el sistema electoral, que se recogen en la constitución y que han generado controversia recientemente, aunque parece que no tanta como los leones que han sido los que por fin han conseguido que nuestros Hércules se preocupen por este texto.
El colmo de toda esta historia llega cuando la reforma constitucional no busca mejorar, en cualquier aspecto, el bienestar de los ciudadanos, sino "calmar a los mercados", la frase de moda del verano. Es el eufemismo que los políticos emplean para la expresión coloquial "bajarse los pantalones", de hecho el propio Trichet, presidente del Banco Central Europeo (BCE), ha reconocido que desde esta institución pidieron a España hacer esta reforma. Y esto es más espantoso aún. Si ya bastante horrible me parecía que el PP propusiese esta reforma tiempo atrás, me parece mucho peor que el PSOE - presuntamente de izquierdas - la haya llevado a cabo debido a la petición de los propios mercados. En este contexto ya he dejado de entender por completo el significado de la S y la O en las siglas "PSOE", porque estas medidas y esta actitud no me parecen ni “socialista”, ni “obrera”.
A la reforma de la constitución hay que sumar las reformas que se están llevando a cabo en diferentes comunidades autónomas, como hace Mª Dolores de Cospedal en Castilla La-Mancha, o como es el caso de Esperanza Aguirre en la Comunidad de Madrid que ha recortado el presupuesto para la educación en el próximo curso académico, pero ha pedido una policía autonómica. Incluso el líder de la oposición y candidato a la presidencia del gobierno por el PP en las próximas elecciones del 20 de noviembre ha asegurado que “hay que sembrar hoy” recortes como los de Cospedal. Todas estas medidas, incluidas las reforma de la constitución, no buscan el bienestar del ciudadano, sino el de los mercados.
A partir de estas reformas me surgen algunas dudas: ¿Se ha convertido nuestro estado de bienestar y democrático en una oligarquía de los mercados? ¿Seguimos decidiendo los ciudadanos o son los mercados los que eligen nuestras leyes por nosotros? Creo que las respuestas están claras.
Con todo esto, el lema de nuestros Hércules, de nuestros políticos, dejaría de ser aquel de hace ya algunos siglos para convertirse en algo del tipo: "todo por los mercados, y el pueblo, que se fastidie”.
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