domingo, 15 de julio de 2012

El IVA de los chuches

Esta semana se han publicado en el Boletín Oficial del Estado (BOE) durísimas medidas que completan las recién aprobadas en los Presupuestos Generales del Estado (PGE). Estas medidas, entre las que se encuentran la disminución de la prestación por desempleo, la subida del IVA, la eliminación de las pagas extra de navidad a los funcionarios o la disminución de ayudas a la contratación no suponen más que un golpe extremo a nuestra moribunda economía. Las medidas que se han aprobado en el Consejo de Ministros del pasado viernes 13 consolidan, además, nuestra situación de rescatados y para muestra un botón: tanto Grecia como Portugal redujeron o eliminaron pagas extras de sus funcionarios, subieron el tipo general de IVA (Grecia del 19% al 23%, Irlanda del 21% al 23% y Portugal del 21% al 23%. España lo ha subido del 18% al 21%) y tomaron otras medidas que también hemos visto en España, como el repago – hablemos con propiedad – en medicamentos o el aumento de la edad de jubilación.
Estar rescatados parece una mala noticia, pero aún queda una esperanza: que estas medidas provoquen un crecimiento de nuestra economía y una disminución en las tasas de paro. O no, porque en los países rescatados antes que España y en los que se han tomado medidas similares a las que se han tomado aquí esta esperanza se ha esfumado como la niebla a media mañana: el paro ha aumentado desde el inicio de los recortes en estos países entre un 1%, en Portugal, y un 10% en Grecia; y, lejos de crecer, la economía de estos países ha decrecido de forma alarmante: un 1,2% del PIB entre 2011 y 2012 en Irlanda, un 11,6% en el mismo período en Grecia y un 4.9% en Portugal. Después de ver estos datos, la única esperanza que queda es Aguirre, que vaya Esperanza...
Estas medidas no cogen por sorpresa, porque hace unas semanas que desde el Gobierno se viene advirtiendo que se iban a realizar duros recortes – sí, eso a lo que llaman ajustes –. Pero a parte de esas advertencias, no tenemos otras fuentes como debería ser el programa electoral, porque el del PP contradice punto por punto todas y cada una de las medidas que se están tomando – a excepción de la reforma de la ley del aborto –. Esto pone de relieve la incompetencia de quienes nos gobiernan.
Y ojalá fuera esta la única prueba de incompetencia de nuestros políticos, porque se ve que los recortes a las ayudas a desempleados – que, por cierto, el ministerio puede suspender si ve “indicios de fraude”, según se publica en el BOE del 13 de julio – no son suficientemente agresivos con este colectivo, cada vez más numeroso – y que todo a punta a que, por desgracia, seguirá aumentando –, y por eso los que se hacen llamar representantes del pueblo les dedican bonitas palabras como “que se jodan”.
Pero no es de la casta política toda la culpa, porque, si bien es cierto que los recortes que el gobierno ha llevado a cabo esta semana, así como los del 30 de diciembre, los del PGE – o los de mayo de 2010 – no estaban en el programa electoral del partido “en el poder” – si es que realmente tienen algún poder – era por todos conocido que se iban a tomar medidas de ese calibre y está en mano de los ciudadanos que el “PPSOE” tenga la capacidad de imponernos sus decisiones o dar la oportunidad a otro partido de que gobierne y, con suerte, llevarnos la sorpresa de que buscan el bienestar del pueblo y no el propio.
Más allá de lo que pase en las urnas cada cuatro años, la democracia – al menos, la real – exige mayor compromiso por parte de los ciudadanos, y es por eso que, aunque obviamente la crisis será una situación prolongada en el tiempo y con duras consecuencias, está claro que será tan prolongada en el tiempo y tendrá consecuencias tan duras como los ciudadanos estén dispuestos a soportar. Está en la mano de la ciudadanía – no de esa a la que Fátima Báñez llama “la mayoría de españoles” comprometidos con la situación económica – sino de la mayoría real de la ciudadanía, sobre la que recae, hasta ahora, todo el peso de la crisis – estafa, si hablamos con propiedad como dije antes –.
 

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